sábado, 23 de abril de 2016

Evangelio del domingo:un mandamiento nuevo

El mandamiento del amor unido en el Evangelio a la próxima glorificación de Jesús por Dios y de Dios mismo en él.
La dinámica del amor… ¡perdón!: del AMOR.
Es cierto que siempre hay un componente divino en lo que nosotros designamos como amor, pues lo relacionamos directamente a un fuerte sentimiento afectivo positivo hacia algo o alguien.
Pero el AMOR, con mayúsculas, es Dios mismo, y su dinámica aquí, en nuestro mundo, no es imposible. Ya lo demostró Jesús, pero escapa a nuestra racionalidad, emociones, sentido de la posesión… a nuestra condición humana sin recursos.
Jesús nos muestra toda una vida pública, tres años dedicados a amar. Y fue crucificado.
Nos muestra el amor a Dios como el bien supremo y derivado inevitablemente de ese amor, el amor a sus hijos, sus hermanos los hombres.
Siempre decimos que Jesús fue un incomprendido de su época… ¡y de ésta! Jesús sigue siendo un incomprendido porque lo que dice y hace no es lógico. Porque no entendemos el amor.
Hace poco alguien me dijo: “Lo que ha hecho está mal, pero eso no quiere decir que sea malo. El hombre es siempre mucho más que lo que hace”. Y esto Jesús lo aprendió poco a poco gracias al dinamismo de su amor con Dios.
Aprendió a amar a los hombres como Dios los amaba, en su unidad como completos, en su unicidad, únicos e irrepetibles como a hijos. Perdonándoles todo. Restableciendo permanentemente su dignidad solo por ser.
Nosotros ponemos condiciones al amor: correspondencia, igualdad, fidelidad, reconocimiento, atención…
Por eso Jesús, antes de aceptar por amor a Dios y sin condiciones su destino, les deja a los discípulos un nuevo mandamiento: “que os améis unos a otros; como yo os he amado amaos también vosotros”. No puede decirles ‘amaos como yo amo a Dios o como Dios me ama a mí’ sino desde el ejemplo y la experiencia del amor vivido, visto y compartido a lo largo de tres años. Eso sí lo entienden, o casi. Pueden saber que es de una manera ilógica y diferente que les ha tenido fascinados y en marcha tres años fuera de sus casas. Se dan cuenta de que es algo especial que, lamentablemente al igual que hoy, el miedo consigue hacer tambalear en apenas un momento.
Que el miedo a amar no nos paralice, nos esconda, nos haga huraños o justifique lo que hagamos o dejemos de hacer.
Pongámonos en manos del amor de Dios para que de esa experiencia nazca un AMOR dinámico y sin igual.
CONCHA MORATA
Extraído de DABAR Año XLII – Número 29 – Ciclo C – 24 de Abril de 2016