viernes, 5 de febrero de 2016

Evangelio del domingo: Por tu palabra

Una vez más la Palabra es protagonista. La Palabra que llama, que recluta a los mensajeros. Podemos hablar también de palabra y vocación.
Todos en nuestra vida diaria tenemos deberes y obligaciones que cumplir unas agradables y otras menos gratas. Misiones que cumplimos con gusto y otras decididamente arduas.
Hace muchos años me propusieron un ejercicio: en una libreta debía apuntar al término de la jornada todas aquellas tareas diarias difíciles de cumplir, todo aquello que no me agrada, que me cuesta, lo que me molesta demasiado, incluso peticiones no despachadas, invitaciones no aceptadas, deberes no cumplidos… le llamé el cuaderno de los desechos…. estaba lleno de compromisos no satisfechos.
Entonces me di cuenta de la otra cara de la moneda, intenté reflexionar sobre lo que el Señor quería de mí, lo que espera de mí. Seguro que las cosas que le interesan más, son las más difíciles de cumplir, aquellas que están más en el olvido, las que yo llamaría imposibles.
Él querría que le siguiera por el camino de lo más difícil y yo en cambio he emprendido a gran velocidad el camino de la facilidad y he ido a chocar de lleno con mi cuaderno de los desechos.
Jesús le dice a Pedro: Serás pescador de hombres. Vaya diría él… ahora que he descubierto el truco y mi oficio de pescador, tengo que abandonarlo. Viene a mi mente una imagen: la de la paciencia, la de la espera… ahora no entendería del todo las palabras de Jesús, pero con el tiempo comprenderá su significado y entenderá su misión.
El pescador de hombres no trata de atrapar, de atar, ni de capturar, sino de ayudar a otros a liberar ataduras, romper las redes y hacerse a la mar, con libertad y valentía. La respuesta de Pedro es ejemplar, un acto de fe: “Por tu Palabra echaré la red”, el milagro está ahí en echar las redes únicamente fiados de su palabra.
Dios es quien elige, quien llama, quien transforma, quien asigna una tarea, confía una misión. En todos los relatos de vocación de las tres lecturas, el hombre que es llamado descubre el propio pecado, la propia miseria, sólo así es capaz de reconocer la llamada de Dios.
¡Qué hermoso sería dormirnos con una frase del Evangelio en los labios y que fuese precisamente la palabra, quien nos meciera en el sueño y nos guardara por la noche y nos instruyera, incluso mientras dormimos!
SUSI CRUZ
Extraído de DABAR Año XLII – Número 15 – Ciclo C – 7 de Febrero de 2016